4 de enero de 2008

Cánones

Filosóficamente, ningún texto tendrá que parecerte irrelevante (a ti, el lector, el universal): si es portador de una intención de verdad (manifestada/oculta; haciendo el teatro del ser/no-ser)---

Otra cosa será el comentario: el texto de segundo nivel, que puede estar más o menos elaborado. Dependiendo de la inteligencia, la intuición, el conocimiento, la paciencia... dependiendo del trabajo.

Como Trapiello no es filósofo (no piensa), puede considerar que la sentencia o la paradoja filosófica representan una vaciedad (tautología) asimilable al refranero castellano. Aunque luego recula y sitúa -más correctamente- el aforismo como la punta de un iceberg (¿no me equivoco de autor? Creo que no): el significado mostrado como una invitación a seguir buscando lo de-mostrado---

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¿Cómo poder creer que aquí se contenga una vaciedad, y no el principio de todo? (Del ser y del conocimiento)


En el siguiente fragmento podremos ver anticipada la construcción de un sistema o la denuncia de un sistema:

Lo primero correspondería a una ontología atenta con el hábito de una naturaleza que se retira de lo que fundamenta; lo segundo apunta al olvido de esa retirada. Que el subtexto heideggeriano esté apoyando académicamente esta lectura que se podría hacer, aunque así fuera, no impide el sentido de una lectura -la misma- que podrá hacerse en otra clave: la naturaleza como lo sagrado, la técnica como realización de lo profano; la naturaleza como inocencia de un dios, la técnica como ambición y poder hipócrita de hombres voluntariosos y mezquinos; incluso: la naturaleza como principio ideal, la técnica como el nombre del lujo anárquico y demagógico de los hombres abandonados a un sentido común , y no a la inteligencia común (propia y divina)---

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