1 de enero de 2008

Contrailustraciones

Te respondo, si puedo:



Quizás no haya diferencia de calidad, pero sí de grado: porque nadie de buena fe puede pretender seguir manteniendo la centralidad de Europa. Los movimientos totalitarios (si el adjetivo nos vale) conocidos (fascismos, comunismo y regímenes cercanos a unos y al otro) pudieron representar un acontecimiento propiamente europeo (aunque exportado con éxito, al "abrigo" de la Guerra Fría). Así, el examen que se les hacía, desde las ciencias históricas y en los tribunales, tenía que ver con la norma momentáneamente quebrantada, moral y legal, cuyo valor seguía siendo incuestionado para las conciencias (por lo menos para los que juzgaban).

Lo que yo pienso (creo: no quiero ser fundamentalista) es que ahora mismo esas tablas de la ley de la conciencia moral/legal se están yendo al garete en el seno mismo de las cabezas (políticas, rectoras) que debían seguir siendo liberales. Los políticos nunca habrán sido filósofos -y será mejor así-, pero se mantenían en la ficción de aceptar su mundo valorativo: racionalidad y democracia, en suma.

Por una parte, entre los portadores y responsables de los inquietantes signos, se juega a la defensiva, empleando para ello las mismas reglas de procedimiento liberal/racional que en ningún momento aceptan en los demás, puesto que realmente no creen en ellas, sino en el destino histórico, nacional, religioso, etc. Pero, a fin de cuentas, habremos de aceptar que la mentira tiene que echar mano del disimulo a conveniencia (que un partido totalitario puede presentarse a las elecciones, para gnarlas limpiamente y poder acabar con... el sistema de partidos y elecciones). No nos caigamos del guindo. Vale.

Lo realmente grave, la otra parte de la cuestión, es la dejación argumentativa propia, de los valores y reglas liberales. Aquí es donde no tengo tan claro que se trate de mero egoísmo. Aunque no me importa demasiado, porque si se trata más bien de cobardía o comodidad, como creo, se puede seguir considerando que esto sigue siendo egoísmo. Lo realmente grave, lo realmente terrible, está, a mi parecer, en que alguien se crea que la razón puede asentarse en crencias previas (sobre la sangre, la etnia, el suelo o los celosos dioses) , y que no pasa nada por admitirlo. Esta dejación cobarde, mezclada con el absurdo y estupidizante consumismo occidental, por un lado, y con la irrupción (mediática: pero porque es real) de las múltiples convulsiones mundiales, es lo que me parece que puede dar pie a un totalitarismo de nuevo cuño (aunque el término puede que no sirva, si es que alguna vez ha servido)---

Dicho de otra forma, más breve: que la historia puede que no pase por Europa, que el imperialismo de las ideas también se ha acabado, y que no hay "nuevos filósofos"---

En esta tesitura algunos intentamos mantener nuestro derecho al escepticismo. Contra toda creencia.

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A dónde va el mundo?

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