Apenas un tejido de pensamientos ajenos, el cumplimiento de las obligaciones, un paseo... poco más.
Repasando los días, podríamos conocer la ley de nuestra vida: la repetición y el hastío. (Los días alegres son diversos: pienso.)
Viéndolo todo desde fuera, ajeno a la vida, puro contemplador de ella, la verdad del tiempo aparece mucho más gozosa: miro a la muchacha hermosa, morena, joven, tras el cristal del bar, sentada a una mesa en la calle con sus amigas, mirando ella la pantalla iluminada de su teléfono móvil, viendo yo la pantalla iluminada de la escritura, ahora.
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