Alguna vez se evalúa correctamente la situación (aunque sea uno mismo el que llega a este punto de vista; por lo tanto: inválido, por parcial); la evaluación no aporta ningún resultado en forma de decisión; sin embargo, aparece la alegría, en la forma de una tentación: "Y si yo...?"
¿Yo? ¿Qué? Respuesta: Nadie. Nada.
Se permite tener tentaciones: algo natural en los seres humanos; pero no abandonarse a ellas, y perdonarse uno mismo la vida (moral) si se comete el error de caer. El pecado no debe conllevar la muerte civil: pero debería mover al desprecio de sí, no por el mal causado (¿a quién?) sino por la falta de inteligencia mostrada. Ésta es lo mismo que la debilidad: el único error inadmisible, igual de impropio que la alegría impropia: de la compasión o del amor.
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