... cualquiera el cielo se viene abajo, dejándote sin lugar, contagiando a los demás (que no quieren) de tu mal humor.
Cuando tú rehúyes los ojos lo comprendes todo: se actúa contigo exactamente igual que tú estás actuando en ese mismo momento. La idea de dignidad, que has podido albergar hasta ese instante aciago, se va a hacer puñetas: se tiene lo que se tiene y merece, y aun cuando no se merezca, pero es inapelable: se es con todo el conjunto de condiciones (o todo o nada).
El acto valeroso que podría redimirte, algo así, está fuera de tu alcance desde siempre.
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