... cargado de un trabajo rutinario, que no le deja vivir, es casi un hombre feliz. Un resto de conciencia le hace esperar el descanso, y entonces será cuando conozca de nuevo la desesperación.
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Un hombre infeliz me hace pensar en alguien desocupado: entregado a las tareas del pensamiento, a mirar en los espejos de su soledad---
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Un ser feliz que piensa es un dios.
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Puesto que no aceptamos la existencia de un dios mortal, hemos de vincular la infelicidad con la muerte: aunque la causa no sea ésta, sino la presencia del pensamiento.
A no ser que se esté dispuesto a aceptar el contenido del mito: haciendo de la reflexión la causa original de la desgracia.
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