24 de junio de 2007

No siempre...

... se está a la altura en aquello que se escribe: uno queda por debajo de sí mismo, o lo escrito es frustrante.

No debe importar demasiado: las resistencias del pensamiento son mayores incluso. Hay que saber llevarlas: renunciar al orgullo, a la intención de una transparencia absoluta de las representaciones... en la sede del sujeto.

...

(¿Sede del sujeto?)

Las metáforas, edificios de un lenguaje que tiene las ventanas abiertas, prometen al hablante seguir en lo suyo: mantener la fe en lo escrito, conocedor de que la escritura necesita ocio, y éste no siempre está disponible: el tiempo no es nuestro; lo administramos, nada más.

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