Como el viejo educado con el que me cruzo cerca de la calle del estanco, yo también aspiro a un orden pequeño para mi soledad: mi cuerpo y mi alma, desarraigados, gastados o sombríos, incapaces de instruirse para buscar la compañía, aspiran (tan pobres son) a la claridad de un conocimiento, que se encuentra en hermosos salones brillantemente iluminados, cuyas puertas no se abren a quien no toma la decisión.
***
En: García Escudero, Vamos a hablar de cine, Salvat, 1970 (segundo encarte de fotos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario