26 de diciembre de 2007

¡Qué pena...

... que hubiera que tomar la imagen de un puente como éste


de una antigua vía ferroviaria, que se encuentra cerca de A., como figura de la relación de significación, establecida entre un término y la realidad a que se refiere! Jugando con metáforas de fuego, habríamos incluido la falsedad en el mismo inicio de la voluntad de verdad: pues lo que hay al otro lado del puente es lo mismo que lo que hay a este lado: palabras (sin contar con la relatividad de expresiones como "este lado" y "otro lado").

Afirmar la inexistencia de una distancia (diferencia) entre palabra y significado, que es lo que denunciamos como falsedad inicial, implicará (otra manera de decirlo) abismarse en contradicciones: la relación de significación no-es la relación de significación, no entrega lo que prometía.

Creer que no se trata nada más que de juegos de palabras supone, a su turno, olvidarse de que se enferma por las palabras; olvidarse de que se pudo (y se puede) plantear la existencia de un logos salvador, que cifra la salud en la misma palabra, el significado en la carne---

Aunque también se puede arrojar la escalera, suicidar el lenguaje---

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(Cartesiana brasileira)

Era lo que iba pensando en su desordenado errar por las calles viejas y nuevas de la pequeña ciudad, mientras una llovizna molesta le estropeaba el paseo, sin que el paraguas negro (bastante malo) le sirviera de mucho, cada una de las veces que una ráfaga de viento inesperado se entrometía en su camino de idear vagabundo---

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