Fragmento de una guerra intestina:
"El frío del mundo exterior lo conoce el espíritu arrinconado en el interior de una habitación de clase media. No le pasa por alguna especie de mágica simpatía o imaginación analógica. No. Sino porque es un ser humano que tiene el hábito de pasear, y ahí afuera se imagina una vida solitaria y el aún más extenso y lancinante dolor del mundo. Así podría creer que, habiéndole Dios olvidado, si por azar oscuro diera él en convertirse en poeta, las rosas que cantara habrían de ser de pétalos de cristal de nieve, inhumanas y mortales."
Pero él no puede creer que Dios le haya olvidado: y trabaja y sueña.
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