Se fía el discurso a la conversación, a la identificación de las intenciones que la ponen en marcha: la simpatía -el trayecto compartido- como método interpretativo. Que la simpatía haya de ser intelectual no modifica sustancialmente su carácter de tal: en el diálogo, a su través, se suspende la palabra en el silencio---
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Estamos tentados (muy cerca) de convenir en que el monólogo filosófico, ceñido a unos pasos de rigor, recupera -con un ritual seco- el asombro y las contradicciones del inicio---
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