Al filo de la medianoche, no hay que precisar la hora con exactitud, toma la conversación un camino hiriente. Convendría desconectar, pensar en otra cosa, estar en otro sitio. No están los caballos delante de la puerta, pero está el coche en la plaza. Conviene irse, que otro te busque si le interesa. Lo ideal. Desconectar y no llevarte nada. Lo ideal, lo falso por imposible. En lugar del vacío saludable, se van con uno las palabras que dañan (pero que no van dirigidas a uno!), al colocar bajo una luz desfavorable la promesa que te hiciste. Así que se va contigo la promesa rota, y dos fotografías hechas al llegar.
-La claridad, oh la claridad.
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