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¿Ajeno el público? ¿Roto el proceso de la comunicación? Pero si a solas (frente al cuaderno para el cajón, la pantalla para los pocos) está Dios con nosotros, el lector ideal (de las almas), el juez más justo (estéticamente hablando), punitivo cuando corresponde (hinca el diente en toda retórica).
Ps. Se me olvidaba: Narcisos de tinta (p. 52). ¿Por qué no encuentro este título: M. Alberca, La escritura invisible, Sendoa, 2000)?
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