5 de junio de 2009

El amigo Manso

(Galdós, demiurgo)

El personaje no existe -no existe la persona, quise escribir: alguien ofrece su realidad vivida al escritor, que hace como si no estuviera.

Una doble inexistencia, un escritor desaparecido, dependiente de la materia de sus personajes.

Antes de Niebla, de Pirandello---

Yo no existo

Yo no existo... Y por si algún desconfiado o terco o maliciosillo no creyese lo que tan llanamente digo, o exigiese algo de juramento para creerlo, juro y perjuro que no existo; y al mismo tiempo protesto contra toda inclinación o tendencia a suponerme investido de los inequívocos atributos de la existencia real. Declaro que ni siquiera soy el retrato de alguien, y prometo que si alguno de estos profundizadores del día se mete a buscar semejanzas entre mi yo sin carne ni hueso y cualquier individuo susceptible de ser sometido a un ensayo de vivisección, he de salir a la defensa de mis fueros de mito, probando con testigos, traídos de donde me convenga, que no soy, ni he sido, ni seré nunca nadie.

***

¡Bendito sea Hegel!. Todavía estaba doña Javiera en muy buena edad, y aunque la vida -17- sedentaria le había hecho engrosar más de lo que ordena el Maestro en el capítulo de las proporciones, su gallarda estatura, su buena conformación, y reparto de carnosidades, huecos y bultos casi casi hacían de aquel defecto una hermosura. Al mirarla destacándose sobre aquel fondo de librería, hallaba yo tan gracioso el contraste, que al punto se me ocurrió añadir a mis comentarios uno sobre la Ironía en las Bellas Artes.

Escribe Galdós que aún estaba buena: porque "huecos y bultos" estaban equilibrados.

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