... , y no me sienta nada bien:
La individualidad que se sabe prisionera del lenguaje y que le exime de tomarse metafísicamente en serio a sí misma. Sí, pero siempre con la ocupación de ser y sentirse (una nada). Siempre al cuidado de su pequeña ínsula desértica. Una nada que no nadea, que es real, realmente individual.
Puesto que mi semántica formal, a priori, o a posteriori de lo a posteriori, las oraciones de un inexistente, etc., corresponden en efecto a alguien real, pero angustiado, y como lo que nos apresa es el lenguaje, entonces vamos y mezclamos las ideas sin consideración ninguna hacia el rigor: los significados del lenguaje muestran (o esconden, es lo mismo) la angustia de un inexistente (Uno, en cada caso), la cual le hace paradójicamente jugar y disipar la vida. De ahí se concluye, con idéntica falta criminal de método, que la alegría y la libertad radican en el lenguaje poético o metafórico, como burla de la angustia, o en el silencio puro. Este último es inquietante: ¿cómo se dice?
2 comentarios:
Exáctamente 'burla [seria y triste] de la angustia'. Además, tu entrada y la mía lo dicen todo demasiado abstractamente. La verdad son interminables sucesos particulares, con nombre y apellido com o si dijéramos, que son, como particulares indefinibles, los que causan el escozor.
¿No es esta una profunda definición del kinismo?
Como si dijéramos.
Publicar un comentario