6 de junio de 2009

Nada que ver

A qué cumbres de imprudente, desvergonzada, patética necedad conduce la desesperación. A imaginar qué absurdos!

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Escuchamos en la radio el comentario de alguien que ve hermosa la coincidencia del 65 aniversario del desembarco en Normandía con las elecciones europeas de mañana. Me tengo que reprimir la risa porque voy conduciendo. Pero me acuerdo de algo dicho/pensado/ocurrido anteriormente: acerca de la estupidez del tipo humano, con derecho innato a la felicidad, a que ha dado lugar la civilización occidental. Esto es, un tipo que considera su deber no exigirse, no trascender, ni siquiera hacerse digno de la felicidad… Pues bien, se le paga ese derecho, como antes se le pidió masivamente su vida: por parte de las dictaduras comunistas y fascistas, y también por parte de las democracias. Como en Normandía. Pero podría seguir siendo el mismo animal doméstico y sacrificable.

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Quizás sí algo que ver: el escribidor cansado. Hoy en M.: entro en DM y compro… una edición “didáctica” (?) de Fortunata y Jacinta (en Castalia), que empiezo inmediatamente a releer (más de 1500 páginas). ¿Habráse iniciado el fin de mi razón?

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