Un excelente texto de blog:
Si uno lo cuenta al volver a casa, eso que cuenta ya es recuerdo. Ya está mediatizado por la memoria. Si lo escribe en la calle, también está mediatizado por otro tiempo: el simultáneo. Porque el directo es un tiempo fingido. Lo previo, siempre, aquí, allí, entonces, ahora, es la mirada. La mirada está en todo: en el instante simultáneo y en el proyecto del recuerdo. Lo decisivo es la mirada y su perseverancia en el tiempo; dicho de otra manera, el paseo es el tiempo en la mirada.
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Al hilo de la ocurrencia:
Pienso que desarticulando el espacio armónico (espinosista o leibniziano; cartesiano, antes de nada, avalado el mundo externo por la infinitud divina extendida como mancha de aceite en el mar de las dudas –escépticas, ay!), traduciéndolo a un sentido interno (kantiano), que formaliza en segundo grado la relación del ser humano con el mundo, es como se obtiene ese ultrapoder (cuadrática voluntad) que en Nietzsche dice sí y pide su repetición a todo lo existente. Amén, pero no ya a lo sido, también a lo futuro.
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