Pues no, pero yo no soy escritor sino escribidor---
No escribimos, somos inscritos: aunque la apariencia de la mano dé señas (falsas) de propiedad y libertad personal. Nunca pensé nada por mí mismo, nunca llegaré a nada. Nada pretendo. -Me acuerdo de Pessoa, no lo puedo evitar.
De leer tampoco---
Estoy cansado, tengo sueño, hace calor. Pasan los días y producen átomos de pensamiento (indiferencia, independencia y sociedad, la gramática que dice Nietzsche, etc.), que no sabemos en qué cubo de basura acabarán.
El principio de Antígona: el eterno, constante, continuado conflicto entre physis y nómos, entre ley política y conciencia moral (una vez que lo dioses han sido desalojados de la cabeza y no queda sino el esquema de lo que fue). -Habla el maestro rural.
Se escribe: entre los extremos del autor y del cajón anónimo o el silencio. Blablabla.
Escuchamos música, que suena al fondo, a medio metro de la cara, que recorre eternidades hasta llegar a nuestros oídos, indolentes como nosotros, hastiados y maduros. La vejez es que todo esto sea seguido y no varíe. (Bailemos, bebamos. Tempus fugit. ???)
Amaral, Granada, en tus ojos.
También: Neón, luces de.
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