Hace setenta años que acabó la guerra. Seguimos peleando hasta la muerte por naderías, si llega el caso.
Paz y piedad. Que no se repita, nunca más. Pero no sé quién ha de creer en la integridad mental de los konziudadanos. Aunque se puede creer cualquier creencia. Basta con la insensatez.
Los compatriotas, pensamos, siguen abúlicos, enfermos del síndrome de Azorín. Hoy como en 1898. Hace 111 años.
¿Sucede algo diferente entre los individuos de las masas motorizadas y movilizadas de las democracias parlamentarias?
¿Conserva mucha gente en su mente y corazón el sagrado deber de instruirse? ¿No? Pues al infierno entonces... Si la luz era el cielo o su humana representación...
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Herzog de Bellow: la autodestrucción mental de un intelectual; el empeño de consagrar un edificio histórico-filosófico, romántico y cristiano, la obra de una vida, termina en un desastre personal y en usos de lenguaje paranoicos (epístolas arrojadas al mundo).
Se escribe para arrojar la angustia, o para ocultarla u olvidarla por unos momentos.
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