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23 de abril de 2009
La palabra de otro
Creonte, por ejemplo. El denostado frente a la conciencia de Antígona. El que representa la ley positiva... Pero aunque nos aparezca antipático y seco no hemos de precipitarnos: la ética de la convicción (de la sangre) de Antígona conviene perfectamente a una moral terrorista, a situaciones que no consiguen diferenciar entre el bien y el mal político (responsabilidad). Con lo cual el bien de la conciencia (el de los instintos kantianos de la especie) se trueca en algo completamente inmoral: en el perdón y aun la compasión del malvado. Ismene, la mujer (el hombre) común: todos nosotros, víctimas de los excesos, de la mente sin ventanas de los puros---
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