7 de abril de 2009

Que hablen, si quieren...

Los paseos cerebrales de un conocido filósofo:

Cerebrales por metódicos, absolutistas, autocráticos; como habrá de verse por el to be continued de esta reproducción truncada de una página de la introd. de Kuno Fischer en la edición castellana de la Krv publicada por Losada. Digamos que Kant se fabricó un imperativo categórico acerca de los coches, pero lo hizo como gato escaldado.

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Por otra parte, desde una ventana de una pequeña ciudad meridional, en un día fresco, un hombre que escribe observa desde su ventana (ocasión de las cosas, curiosidad de su carácter) las hechuras de contorsionista de la muchacha que limpia las contraventanas de madera en la casona de enfrente, en la otra acera, unos metros más abajo, obligando a que la mirada se haga oblicua, desde el puesto de observación y escritura. Sin timidez, que le haría más difícil su tarea, la chica, que aparte de muy joven parece de baja estatura, no tiene escrúpulos en abrir la ventana de par en par y subirse al alféizar. No hay peligro, está a poco más de un metro sobre la acera. Con movimientos enérgicos, concentrada en su limpia labor, obedeciendo sin queja el mandato bíblico tras la expulsión, adecenta las maderas (primero el trapo mojado en el cubo, después otro paño para secar) para el paso procesional. En efecto, según hábitos inductivos del observador, el día de esa procesión, los ricos de la casa de enfrente dejan abiertas todas las ventanas y balcones de la casa. Seguramente así la santidad de las imágenes redundará en un crecimiento espiritual adecuado, si no encuentran obstáculos hacia el interior -se le da en pensar al descreído observador de mirada oblicua en la mañana que vino fresca.

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