... de Miguel Torga: la experiencia que tantos jóvenes, muchachos y muchachas, niños incluso, tuvieron, en la difícil transición del campo miserable a la urbe promisoria, a lo largo del siglo XX -la experiencia del pupilaje, a causa de lo que alguien vio en ellos, como una luz inteligente que se quería dócil y que quizás luego no lo fuera, sino que secreteara ambiciones más largas para sí o para los hijos...
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Los hijos no siempre van a entender las señales al pronto. Puede que no las entiendan nunca y que busquen el mensaje por cualquier calle, entre cualquier extraño que les arroje una palabra amable. Suerte habrá si están hechos (los hijos) de un metal noble. Se equivocarán, pero sin orgullo nacido de falsa estima de sí propio. Pero cuánto cuesta renunciar! Qué ascesis más larga la de la valoración del camino solo. De la verdad. Las opiniones son, sin embargo, de muchos, por lo que cálidas y envolventes. Ellos bailan, tú que has surgido del error, malgrado tú mismo y otras máscaras que te dispongas para confundir/te, tú tienes el mayor de los tesoros que le han correspondido a los hombres: la angustia.
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