Al llegar a la rotonda, la conciencia gira.
Ni tan siquiera vuelve sobre sus pasos: lo que supondría que por lo menos contara con otro curso alternativo de acción.
Ha entrado en el círculo, el tiempo entero lo ocupa la consecuencia de sus actos.
Duplicada: el encadenamiento inextricable del fenómeno se corresponde con exactitud a las dudas de su inteligencia inmóvil (pues el círculo del movimiento nos representa a los humanos la eternidad siempre igual).
Esta constancia del giro, que ocurre dentro del cerebro, pero que sale a la torpeza automática del cuerpo, designa la culpa. Lo es, la manifiesta---
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