13 de abril de 2009

Un burgués, un contable, un filósofo

"Frecuentemente se ha comparado a Kant, en su obra filosófica, a un comerciante que en todos los negocios que trata, cuenta exactamente su capital, conoce perfectamente los límites de su capacidad financiera y nunca se sale de ellos. Analizó, tanto como pudo y con el mayor celo, todo el capital de los conocimientos humanos; y si pueden ser comparados los conocimientos que se adquieren con las mercancías que se expenden, Kant ha separado las buenas mercancías de las ilegítimas, para vender solamente, como hombre honrado, las buenas y legítimas. Ha verificado el inventario de la filosofía según lo que realmente posee, lo que puede todavía adquirir, lo que falsamente cree haber adquirido, y enseña a los otros como si realmente lo poseyera. Aún puede extenderse esta comparación de Kant con el comerciante a su propia persona." (Kuno Fischer, en la introd. que figura en la edición de la Krv de Losada)

El origen de la verdad en las noches, mayoritariamente frías (no hay mujeres ni tampoco niños correteando desde la casa a la tienda), que escriben en el libro de entradas y salidas los céntimos que recapitulan el sentido del día.

El principio del imperativo categórico en los manejos de un comerciante veraz, que por supuesto que no quiere perder su clientela. El deber y la ley moral: sublimaciones de la contabilidad y el egoísmo... ¿Es así?

Por otro lado, ¿Dios avalista? Pues claro!

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