24 de abril de 2009

Lector silente

Alejado del templo, escasamente adecuado para los pasos que se dirigen de la calle al altar, el lugar donde se consagra tu tímida torpeza, tu torpe timidez.

Lector para ti, para nadie, que haces el gesto con los labios, sin importante ya que la letra te diga nada o que quede como un conjuro mágico incomprensible. Cuando todos se hayan olvidado de la letra, con ella se irá tu gesto olvidado. Hace milenios que te fuiste. En realidad nunca has estado aquí. Conoces a algunas personas a las que has fallado. Discrimina si hay culpa o no, que ya nada importa. Los dados se arrojaron. Así fue. Pregúntate en tus mejores momentos por qué algo en vez de nada, por qué a pesar de todo el rendirte traspasado por la luz de unos ojos, la vergüenza incómoda de una carne y la culpa que sientes por los niños.

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