El proceso de análisis que practicamos en nuestra carne no tiene por qué arrojar siempre un resultado satisfactorio, a nuestra satisfacción. Nosotros no ejercemos una labor de misericordia.
Así que nosotros no somos para el mundo (sociedad), ni éste es para nosotros. Quizás sea mejor de esta manera.
Queda un resto de lenguaje, sin memoria, que es como una delgada carne que nos mantiene entre los vivos.
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