No las comáis -sentenció el sectario.
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En todos lados.
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Etnología de barra:
El parroquiano un poco pallá que está viendo el documental que dan en la TV sobre serpientes, esta mañana un poco antes de la hora de comer, la hora en que los creyentes hacemos los ejercicios espirituales, y va y dice al mundo, a la camarera lituana, rubia y rotunda inclusive, que lo mejor que podemos hacer es tener una culebra (la "culebra" de la TV era una cobra malhumorada y hambrienta) en casa para que se coma los ratones, que las culebras tienen muy mala fama y ningún perjuicio viene de ellas. Esto y la suposición de otro de los parroquianos de que en Lituania las culebras deben medir, "sin exagerar", tres metros y ser más anchas que la camarera (rotunda, dije). El otro, el de la bondad antiratonil y malafamada de las culebras, le argumenta, por uno de esos prodigios de la razón pura, que no debe haber muchas culebras en la república báltica, dado que las bichas aman el calor desértico y huyen del agua. Quede al margen la capacidad de observación, cuando uno de los ejemplares del documental está devorando golosamente a otro y él comenta que eso es lo que se dice "estar haciendo el amor". Después, con la bendición de la sacerdotisa, nos hemos ido en paz, sorteando buenamente los obstáculos de la calle levantada por mor de las obras públicas del new deal español.
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