6 de abril de 2009

Enclosures

La proximidad del poder nos hace más tímidos de lo usado. Por descontado que el poder lo vemos al otro lado de la calle, desde el otro lado de la calle. Más cerca no. Para mí, esta tarde, húmeda y de un plomo suave, despreciadora de las costumbres convenientes del lenguaje, se centra en la imagen de hombres de traje y cigarrillo en la puerta de un edificio oficial. Sonríen. En silencio para mí, que los miro desde la cafetería (¿qué gracias sublimes se contarán?). Un traje y un cigarrillo. Yo estaba acostumbrado a esa idea. Pero ahora, cuando el traje lo tengo que llevar yo, las veces que se da ese caso, me siento ridículo y bajo los ojos a ver si puedo bucear con ellos por debajo del nivel del asfalto, hacia el interior de la tierra madre.

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