20 de marzo de 2009

Ya es primavera

Y florecen las glicinias. Aunque ésta representa una aseveración fáctica riesgosa, porque no estoy muy seguro de lo que son las glicinias, ni siquiera de si existen.

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Dos libros en la Feria del Libro de kairós en la bella y señorial ciudad de H-O, concretamente en la caseta situada en su, convenientemente, hermosa Main Square. Tales son: Inferno, de A. Strindberg, en las conocidas Ediciones Coyoacán, de México DF, y Mala tierra (ed. Península), libro de viajes de J. Raban por el dudosamente hóspito territorio del Estado norteamericano de Montana, sitio al cual de momento no tengo pensado ir, aunque puede que después de Connecticut...

Menos mal, dados los títulos (ya una tierra mala constituye un infierno, y si es baldía more inclusive), que mi benditoespinosismo me sirve de plan de urgente autoayuda, y me hace comprender que todos los fracasos de la débil pero supuesta sustancia extensa (en realidad un atributo como otros) corresponden punto por punto a mi intrínseca debilidad mental, y que siendo más inteligente no me preocuparía por las tristezas emanadas de la fuente impura del deseo. Que así sea. Pero no llevo muy bien lo de pensarme consecuentemente como un vulgar modo finito...

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