En el texto de otro se encuentra la armonía que yo no tengo. Leyendo, no soy. Estoy siendo (con la letra extraña) más de lo que realmente soy.
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Casi correspondamos:
El racionalismo anti-pathológico kantiano no llega a tanto como se imagina: exhibe la dureza del solitario, la tragedia del individuo al que la vida le promete demasiadas cosas y no le concede, sin embargo, posibilidades reales de satisfacer sus deseos. Pero, en verdad, hay mucho de pathos dolorido en decir que no a las pasiones humanísimas del yo, con el fin de entregarse mejor a a él, y conformarlo de una manera más pura e inolvidable.
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Par de corazones según A. R.
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