Diario de lecturas
Leche negra: el clarear, la luz del inicio calificada por lo contrario, el ser visto desde la nada, según loz existentes arrojados a lo vacío del campo (el lager): la tierra cuadriculada, convertida en industria que distribuye y destruye los cuerpos...
Creemos en el carácter destructor de aquello que se va depositando en el silencio desde por la mañana, desgarrando su sentido y su orden igual que se descoyuntan los cuerpos. Destruyen las palabras del amo que primero quebrantan el ánimo y luego crean cenizas de los otros. Las casas mismas son ruido infernal: la casa del amo. La música todo el día, también ruido, escamoteando los gritos y el llanto; antes del silencio final recuperado en humo entre el cielo, parodia de la paz primera igual que la leche negra es sangre muerta. la escritura misma: semántica burocratizada de administradores de la industria de los cuerpos ad destruendum...
Qué fácil predicar la paz, confundir el silencio resultante con el silencio inocente del mundo, de antes de los hombres, qué sencillo mandar anudar las manos cuando se ha empezado por predicar y practicar la destrucción... Aquí no hay ya religión, aquí hay sarcasmo y leche negra agriada, burlada muerte aun...
(El demonio: Fausto, sí, y Margarita y las serpientes, como un Zaratustra nazificado.)
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