Mis kultivados compatriotas han menester del conocimiento, siquiera sea somero, de las costumbres del pequeño kaliningradense. Pueden así descansar de las esforzadas horas dedicadas a los rifirrafes del corazón (en el sentido de la prensa amarilla), las noticias deportivas y, lo más duro para cualquier ser humano, las horas de obligada permanencia en esos meditarráneos lugares en los que se cobija el espíritu religioso desde el alba a la madrugada: los bares. El informante es Kuno Fischer (en la introd. de la edición de Losada.)
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