8 de marzo de 2009

Días de sol...

... en el mundo. En el alma, no tanto.

Pequeños viajes de displacer...

Lecturas también pequeñas: sobre Kant; de Baroja...

Tardes decaídas...

Consignar la belleza de la primavera entrante, sus anticipos, qué agradable inclinación!; consignar nuestra desgracia íntima, que agradable deber!

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... Las pequeñas/ cosas que nos salvan de nosotros mismos/ terminan iluminando cuanta realidad estamos/ dispuestos a sacrificar alegres en el eterno/ fuego...

Nos salvan de nuestra muerte constitutiva o de su denegación misma, de la ilusión de obtener algo positivo de nuestra raíz de nada. Así que nada han de solucionar esos productos culturales que manan de otras desesperanzas... Están enfermos de falsedad. Aunque fueran verdaderas esas "pequeñas cosas", producto de la espontaneidad y no del artificio, sus efectos tendrían que ser ambiguos. Pues valorizan nuestra renuncia, sin garantía de que lo dejado no representara lo fundamental, visto a una luz postrera. Una conciencia sin retorno...

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