... escribir yo: para contar los días que se suman en mi vida, los que me separan de mi muerte. Días! Qué atrevimiento! No sabemos cuando llega la señora ni si ya estamos jugando la partida...
Así que no se escribe para ningún público, más bien para hacerse uno un espejo a su medida, puesto ahí enfrente en la pantalla. Escribir para el cajón y dejar el cajón abierto, bien oreado, y arrojarlo todo a la calle...
Solamente un diario, mientras que lo que leo me distrae de lo que soy y lo que pierdo. Otros, yo no soy capaz, tienen sangre; yo, que no valgo, tengo letras.
Pero no me hace feliz lo que me pierdo, cuando estoy con aquello que me distrae. Mi desesperación se revela cuando sueño, no obstante; allí donde no puedo evitar ser otro, tan distinto.
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