3 de mayo de 2009

Norma de estilo

¿Por qué no?

¿Por qué no vamos a pensar que el adelgazamiento hasta lo risible del propio crédito venga en beneficio de la dicción? De manera que en lo oscuro (nuestro) las proposiciones que resulten logren una claridad que no puede ser de artificio, sino de sinceridad, desprendimiento del yo.

Así que habría que creernos cuando protestamos (sin violencia; porque somos pacíficos, candidatos a la araña) porque alguien quiere añadirnos una subjetividad. Pero la persona es máscara -argüimos. Por lo tanto una falsedad -postargüimos.

Así que nuestra proposición, modesta como es, viene del lenguaje, que es un río y que es anónimo (lo social no es nadie). En él nos ahogamos; de él recibimos el aliento y una innumerable colección de bofetadas, a las que solamente podemos responder con incomprensión y una pizca de rencor impotente.

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