Que tu mañana sea desterrada de tu tarde, que en tu mañana tu tarde esté prohibida. Que haya dos patrias irreconciliables en el continente del tiempo, y que tú, desgarrado, tengas que malmorir entre ellas y contarlo: la naturaleza a quienes ama les hace experimentar la negación; Dios a sus hijos los crucifica---
Que al día siguiente nazca en ti el olvido y nazcas tú de él, alumbrando un conflicto siempre nuevo. Desechado así el rencor, tendrás ojos para la luz y la piel dispuesta para el aire. Porque desprecias la memoria. (Del Preámbulo a las Lecciones para los hombres del mañana.)
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