La amargura íntima se traslada a las proposiciones públicas. Quiero decir: el sujeto está presente en la visión del mundo. Wittgenstein llevaba razón: la ética es el vuelo del pájaro un momento suspendido sobre el mundo y se va. (Pero W. lo decía de otra manera -mejor, ça va de soi-, sin omitir palabras.)
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