... de Chaves Nogales:
Hay un momento en el cual el carácter chispeante y despreocupado del bailarín en la Rusia roja, pero también blanca (v. gr., la lucha en Ucrania, que pillaba al lado), desaparece. Con amargura y enfado, J. M. protesta: él nunca delató a nadie ni le hizo mal a nadie. Les siguió la corriente, a los que en el libro de Chaves Nogales tenemos que ver como en (?) la ocasión mayor que conocieron los siglos de que la chusma más infame campara por sus respetos (antes de que los petits bourgeois alemanes hicieran lo propio, una década después), porque otro remedio no tenía, ni él ni su mujer, si querían evitar que les mataran. No sé cómo podríamos atrevernos -nosotros que no estuvimos allí- a enjuiciar moralmente las andanzas de dos pícaros buscavidas, a pesar de que sabemos que reír la gracia a la canalla ya es positivamente colaborar con la expansión del mal. Todos lo hacemos en alguna escala.
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