17 de mayo de 2009

Riesgo

No nos lamentemos demasiado si alguna vez se suelta una verdad inconveniente, o un sentimiento espontáneo y sincero, aunque esté mal fundamentado. En la hora de nuestra muerte Dios nos evaluará según nuestra justicia y lo que llevemos en el corazón. Quizás considere también la medida en que hemos sido capaces de salir de los convencionalismos, en que hemos sido valientes para proferir una frase fresca. Aunque fuera una sola vez y no llegara a nada.

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