... mejor cuanto más hondo, impulsado por el desánimo y los pensamientos más negros, los que vienen con el viento premonitoriamente frío del invierno al inicio de noviembre, antesala de la eternidad vacía que habrá igualado en nada nuestros anhelos y conflictos [y enterrado en olvido los deseos que nos mueven para acompañar a la marcha de los relojes], los pensamientos que son del color del cuervo cuando enseña las alas, acordándonos de lo que dicen los escritos de los maestros---
Se escribe mejor encerrado en el pozo, con la poca luz que hay cuando el sol, si hay suerte, está un instante en lo alto ahí arriba y miramos. Impulsados por el aliento que viene de la luz, por esa magia que contamina los sentidos y da como aire al corazón a causa de lo que ven los ojos y piensan (ay, si yo pudiera... ), en esa transitoria suspensión de los relojes, qué tranquilidad nos anega: se ha desempañado el espejo, y hasta nosotros pasamos la mano firme por el cristal. Dios, que venga el milagro y yo conozca! Lo que vemos es nosotros, el milagro de ser vivientes y no importar que la verdad sea de hielo, solitaria y mortífera. Hemos visto. Así sea.
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