Lo que nos parece conmovedor, patético en el buen sentido, porque lo hemos extraído del saco en el que está depositado el conjunto cálido de nuestras queridas ideas, a otro no tendrá que resultarle más que patético en el mal sentido: impudor, debilidad, egotismo. Tendrá razón de superficie al apreciar así las cosas. Pero deja que él piense lo mismo que tú, y que se atreva a confesarlo. A sí mismo, ante todo.
Así nos conocemos los espíritus vengativos y mendaces. En estas proyecciones. En el placer de imaginar que la poca fuerza que te queda se va en decir la poca fuerza que te queda (en este día o en tu vida). Esta frase, desde luego, solamente se comprende en soledad. Se descubre, entonces, un significado en el que sobran las palabras; las que hasta ese momento de verdad se había pensado que transparentaban algo diferente---
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