El personaje de Llamazares en Internet quema una foto de la familia real en un corto de IU en YouTube
Exento de la primera parte de la ecuación socrática que condensa el intelectualismo moral, a lo cual dedica el discípulo su obra entera, que sólo por eso es una obra de amor, podrá pretender querer fingir que el agraviado es el otro, como si sus actos estuvieran dotados de la virtud de la acción. No, él no ofende: su alma es la ofendida, porque los actos que no emanan de la prudencia han de rebotar continuamente en el cerebro infantilizado que cree que los causa. Copiarán el asunto otros cerebros infantilizados, y por ello malvados, lo que se sostiene negativamente en la ecuación del ateniense, pero no llega a cristalizar otra indignidad que la del que se piensa que daña al dar a luz, según su capricho esclavo, pequeños -mínimos, realmente- actos electorales demagógicos, destructivos... y esconder la mano. Esto último lo retrata, definitivamente, según su calidad ínfima.
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