De otra época: la mezcla de la cuestión de la legitimidad política (¿quién tiene derecho a participar en el ágora?) con la cuestión bien diferente de los derechos que se pone la razón para legisrlar las conciencias (la ilustración: en un sentido primero moral), para legislarse a sí misma -no hay diferencia de sujeto y objeto en el ámbito virgen de la dignidad-, puesto que la conciencia moral es idéntica con la razón (pura) práctica---
Todo ello en dependencia (según la Iglesia) de un concepto estatuido del bien moral/divino/natural/...
Pero ¿no habíamos concluido/acordado que las teocracias o politocracias representan el germen inquisitorial más nocivo? Esto es: plantear un objeto o fin fuera del alcance del sujeto, pero cuya intención y aun consecución se le demanda, so pena de muerte---
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