¿Consistir?
Me pregunto: -¿En qué se ha de basar la consistencia de/entre episodios de la memoria individual, por una parte, y valoraciones del uso del lenguaje periodístico/político, por otra? Me respondo: -No hay tal. Solamente una diferencia de vías paralelas que nunca llegan a encontrarse: la vida verdadera y la opinión desvergonzada. No es cierto (no es verdad) que la verdad no resista el tiempo presente. Tampoco diremos que es el tiempo presente el que no resiste la verdad. Pronunciarse así, en uno u otro sentido (del tiempo a la verdad, o a la inversa) requiere un conocimiento interior de las cosas que yo no tengo. Lo dicho: una distancia o desfase entre el pragmatismo de la vida individual, obligada a respetar las reglas, y la desvergüenza del lenguaje irresponsable...
...
Llegar aquí tiene que obligar, a lo que queda del filósofo, a callarse. Porque supone ya dada una definición o condición de la verdad, un criterio particular que se quiere objetivo... De esta impotente circularidad que nos convierte en honrados (por si lo habíamos olvidado) debe de vivir el político, que supone (y supone bien) que todos hemos llegado a temer quedar mal en público: parecer poco inteligentes, feos, ingenuos.
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