17 de mayo de 2007

Auto/escritura/s

(¿Piensa mal y acertarás? Profecías de autocumplimiento)

La conciencia desgraciada, sumamente coherente, correspondiendo sus resultados a las intenciones que (no) albergaba, abandonada de todo y todo abandonándolo, adquiere una verdad íntima que depende de otra exterior, de una bien arraigada correspondencia entre todo lo que le pasa y lo que le afecta (sus actitudes previas y sus posteriores pasiones): esto, que para el conocimiento constituiría una brillante paradoja (la de un Dios estirando la certeza interior para convertirla en verdades sintéticas al uso, según la relación, especular, entre un sujeto y un objeto), existencialmente representa un desastre.

En todo lugar y ocasión, en la casa de Dios y en la de todos.

...

Será como un contable de una empresa ruinosa, dedicado a su trabajo -porque otra cosa no cabe esperar-, descontando diligentemente. Hasta que sólo está él, para salir, apagar la luz y cerrar. Aunque puede volver. Esa vuelta se (re)conoce como escritura: afirmación del sujeto en el vacío, en el negativo de la vida... Registro de nada, según el proyecto decidido.

***

(Vacante)

-¿Qué hacer?
-Organizar el tiempo según el único interés: ni los viajes ni la vida; sino un saber reseco y libresco, y el teclado a modo de ersatz.

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