... personal:
estoy cansado,
sin creer en exceso,
harto de palabras.
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Mi obligación de escribir no representa ninguna vocación. Yo, por mí, no escribiría nada. Mi obligación tampoco es pagada: obligado por el dinero, tampoco escribiría nada. De hecho, si tuviera cualquier obligación la incumpliría con mucho gusto. Y tengo tantas /obligaciones/... que ni yo mismo sabría nombrarlas, incurriendo quizás en la falta de sinceridad contra mí mismo...
¿Realmente hay cosas urgentes?
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¿Cuál es el tema? Suponiendo que haya alguno. Ni el yo, lo que representaría una obscenidad y una total falta de respeto, ni el mundo: ni psicologías ni ontologías, y mucho menos la aspiración de y hacia un aroma a trascendencia. Nada.
¿No hay tema? ¿Sólo palabras? Pero no podría haber otra cosa: se vive en el mundo como si se estuviera de visita en un gran almacén. Exacto, bien pensado: las herramientas que vamos buscando son las palabras, y nunca vamos a poder salir del almacén. Si lo hacemos, en todo caso será para buscar otro sitio más grande.
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Las elecciones municipales cobran a veces un aire de fiesta que me hace recordar tiempos de alegría y dolor: la República y la Guerra. Sin porqué, o debido a que también es memoria.
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