... en segunda fila. (Barrio de San Antonio)
No quiero nombrar a aquél que sostuvo que la magia de la palabra había movido la historia o el mundo. Pero podremos adivinarlo, porque su logos no viene de lo alto y del bien, sino de la sangre oscura y del resentimiento. No vino a salvar del dolor y la muerte, sino a purificar el mundo, sin el debido conocimiento del bien. Hombre que encarnaba el abismo, tuvo que hablar con las gentes, sacarlas de su hábito natural, convencerlas con los discursos y la mirada. Finalmente perdió, aunque ganara, porque la faltaba la prudencia que intelige los límites correctos, sin ser una ortodoxia sino su negación.
En mi barrio pobre y descabalado son los viejos los que escuchan y llegan a discutir, y una pobre mujer abandonada a la que se la cae la casa encima, tan pobre y sola ella como su casa. Lo fácil es mirar para otra parte, sin saber qué hacer: escuchamos (los seres humanos) sin paciencia, contra el deber de oír.
Pasa el ocupante, o los ocupantes, de un Mercedes de segunda mano: nos grita algo, aunque al principio parece un aullido. A la vuelta se le entiende mejor (PSOE! PP!). ¿Qué quiere decir? (Pues no somos de ninguno de esos partidos). El giro del coche, rápido, por la calle estrecha me deja pensativo... Y sé muy bien por qué, lo que estoy pensando y lo que temo, lo que voy recordando o imaginando que recuerdo...
Al cabo de un rato, bajan las gitanillas cantando (otra cosa no podía ser), mostrando una timidez inesperada cuando me sorprenden en la esquina de la plaza. ¿Su canto es una defensa?
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