Abcd, 3 de marzo de 2007: Futuros de ficción
"El futuro cumple 25 años"
Andrés Ibáñez
Félix Romeo
Juan Malpartida
"¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" I. e., ¿son humanos, según su naturaleza? ¿Tan escasos en su onirismo como nosotros?
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(Historia vs. poesía)
Aspiran a comprender la fuerza de un poeta: su vida en el infierno, la palabra-paraíso. Quizás tengan que limitar un poco sus aspiraciones. Han comprendido, en el sentido de que su análisis es el correcto. Análisis, sí, nada más que una descomposición: la verdad resuelta en sus estados de hecho constituyentes. Pero extenuada, sin fuerza alguna ya, muerta y olvidada. Aunque los análisis les pueden servir para escribir fragmentos: los cascotes de una verdad que aspira -sí, también- a la utopía.
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(Aspiran, aspiras, aspiro. Cuando se pierde una palabra, una ocurrencia, una frase, se quiere creer después que has dejado escaparse algo definitivo, sólido, rocoso, tu verdad-hallazgo del día. /Des-cubres, des-velas./)
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La práctica de la mirada: se fijan los ojos en un objeto inerte. Su interés en la cosa (las imágenes de un videoclip musical) atrae la mirada de otro (un hombre maduro que no soy yo). Observador externo, aunque torpe telegrafista de tus intenciones inocentes, pretendes congelar el momento, fotográficamente (para las palabras posteriores). Practicando tú también (es decir, yo), me tengo que rendir en el juego: no aguanto y tengo que bajar los ojos. ¿Qué pensarán de mí?
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(Los peligros de la historia)
No se trata del cansancio de los hechos, observando que no hay casi nada nuevo, y que si algo resulta serlo se entrega pronto a la repetición de los viejos modos. No. Sino el mal que se conoce en el pasado, la falta de ética (de política y amistad) entre los hombres. Eso se contiene ya en el uso del verbo ser: yo soy = yo habito (Heidegger, según Ferran Gallego: Todos los hombres del Führer). Por lo tanto, una pertenencia al conjunto de los semejantes, idénticos en lo que les hace semejantes; excluyendo, hacia los márgenes y después afuera, lo que no cuadra visualmente dentro de la familia de semejanzas establecidas; destruyendo lo diferente, si lo precisa una afirmación más rotunda de la identidad, la familia, la tribu o el partido. Realmente, no conocemos demasiado el mal de que somos capaces, no leemos bastantes libros de historia ni extraemos la significación filosófica y aun teológica.
En el alma del hombre habita la locura, parecen pensar todos los narradores cuando se ponen a escribir. ¿Qué pensarán los lectores?
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