(Los trasvases de la reflexión)
Una estación ferroviaria en medio de la estepa rusa, finis vitae de L. Tolstoi; perdido en el pacifismo, en un cristianismo propio de primeros tiempos, y de máxima espera (conde-duque.blogspot.com/2007/03/tolstoi-guionista.html).
Yo entiendo que Tolstoi se pierde en lo utópico, aquello que no va a ninguna parte: allí, un sitio admirable, ha encontrado el lugar de una paz aun mejor que el pacifismo que predica ad usum de las masas. Si ha encontrado la esperanza, la propia y de nadie más, no sé si se puede decir que haya perdido la razón -a no ser que ésta haya de abonarse al escepticismo. ¿Cabe una razón sin resabios teológicos? ¿Ajena a las virtudes -teologales? Escasamente metódico como soy, ajeno al rigor clásico y francés del orden, siento la veleidad de imaginarme al viejo Tolstoi arrastrando a ninguna parte la razón suya que por fin ha encontrado.
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Bienvenida sea la inteligencia que interpreta y puede completar/se. Adquiere nuevos datos con los cuales incrementa su riqueza. Entregada a ellos, tiene el atrevimiento de creer en los frutos de un diálogo racional.
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