14 de marzo de 2007

Dieciocho años

Estábamos sentados en la puerta del pub, mi compañero y yo, asintiendo acobardados a las declaraciones poéticas del delincuente...

...lo recordé esta tarde, cuando he visto a otra persona que estaba allí también, o eso me parece...

Entonces los ojos se cruzaban sin consecuencias, deseando reconocer (¿dónde te habré visto?), y tú te abrías paso tímidamente (pero sin poder dejar de transparentar cierto orgullo de fondo) para llegar a la barra y pagar la cerveza... algo achispado y torpe en tus pasos. Lo que no se ganó en soltura se compensa con cinismo. No sirve, pero hace pasar mejor los tragos. Se puede seguir pensando que también se pregunta dónde te habrá visto, y no importa que esa posibilidad sea falsa, tan remota su verdad que realmente nunca debió ser de esa manera.

(¿Se recuperan esas impresiones, las heridas que causan en la reflexión, lo que dejan sedimentado en la zona inmaterial y permanente del cerebro -la memoria?)

Muchos años después aquel hombre murió acribillado junto a la carretera de A., en un hecho todavía no aclarado y que no es extraño en mi pequeña ciudad. Tampoco le gusta a uno enterarse demasiado de estas cosas, pues no conviene que el narrador sea demasiado escrupuloso en los hechos y poder mantenerlos envueltos en velos de niebla (lo que filosóficamente significa que no son verdad del todo). Murió, aunque no solo sino acompañado de alguien más joven... Esto venía de antes y no se cerró ahí, porque también implicó a otras personas que no tenían nada que ver con el negocio. Lo dicho: no se deben dar demasiadas vueltas a estas cosas, inconvenientes y peligrosas, de las que no se sabe nada más que lo que falsean la prensa y los rumores.

***

(Agradecimientos)

Ideologías transformadoras, utópicas: han sustituido las religiones celestes por las del tiempo histórico...

Abundan en el periodo de entreguerras, participando del ambiente (¿ruptura de las cadenas?, ¿exacerbación subjetiva?). Compran el alma de los intelectuales, enamorados de la carne del mesías que viene con el poder (revolución, guerras, violencia, tortura, desfiles, exhibición de fuerza...) Me gusta más mi amor independiente y derrotado -a nadie hace daño- que las celebraciones colectivas, totalitarias, de la verdad (comunismo y fascismo).

Siendo difícil amar a causa de un insuficiente conocimiento de las cosas, esta tarde se me ocurre pensar en el peligro de que vuelvan estas entregas mágicas al delirio de una muchedumbre guiada. Veneremos en silencio la carne mortal y maltratada de hombres y mujeres sufrientes y sabios que dijeron palabras doradas. Pero no temamos avergonzarnos de comunicar esa adoración por pensadores y poetas.

2 comentarios:

conde-duque dijo...

Ah, vale, ya entiendo. Yo había relacionado más la concepción del lenguaje con el terreno artístico, y tú te referías más al ámbito político.
Aunque, bien mirado, a lo mejor hay alguna conexión subterránea por ahí (entre lo estético y lo ideológico).
Hay un libro de Octavio Paz que a lo mejor conoces ("Los hijos del limo") en que reflexiona de manera muy inteligente sobre todo esto: el Romanticismo y las vanguardias del siglo XX, las Revoluciones políticas como sustitutivos de las religiones, etc.

Martín López dijo...

Lo conozco, aunque no lo he leído. Aunque sí otras cosas de Paz.